
¡Ay amor!
Que nos inundas de escalofríos
en el deseo profundo
de la razón estremecida.
¡Ay amor!
Convertido ya en abstracta
comparecencia cotidiana,
renovando ilusiones
en las ruinas del recuerdo,
dejando sentir las horas
con la rutina diaria
que establece la luz del tiempo.
¡Amor…amor!
Aunque abstracto,
prevalece al desconcierto.
JDC.
... De mi humana presencia
Juan Díaz Casares.
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